El cristianismo se funda en la revelación divina inaugurada por el antiguo testamento y manifestada en las enseñanzas (la buena nueva) de Jesucristo, hijo de Dios y salvador del mundo. De manera progresiva, el cristianismo elaboró una Fe común con base en la trinidad, la encarnación y la redención, Tras la muerte de Jesús, los apóstoles difundieron el cristianismo. San Pedro fue el primer obispado de Roma, pero el apóstol más activo difusor de la doctrina fue San Pablo. Aunque sufrió persecuciones desde el S. 1, el número de adeptos aumentó hasta que finalmente Constantino lo reconoció (edicto de Milán, 313) y Teodosio lo declaró religión oficial del estado (fines del S. IV). Durante la edad media se extendió, a pesar de que, desde su nacimiento, se enfrentó con graves problemas: las herejías, el cisma de oriente (1054), que separó la iglesia bizantina de la latina, el cisma de occidente (1378) y la reforma (S. XVI), que separó el protestantismo de la iglesia romana. Frenado por el auge del racionalismo en el (S. XVIII), se difundió por todo el mundo en (S. XIX), gracias a las misiones. Con el movimiento ecuménico y el concilio vaticano II, el cristianismo intenta superar sus divisiones (católicos, protestantes, ortodoxos) y recobrar su unidad